domingo, 19 de abril de 2009

Las Nuevas dictaduras democraticas


Álvaro Uribe en Colombia y Hugo Chávez en Venezuela lideran este nuevo y peligroso concepto demagógico que amenaza con terminar en desastre.

Hace unas tres semanas el presidente venezolano Hugo Chávez, en respuesta al poco repunte de sus opositores, decidió cerrarle mas espacios políticos aun, tomado decisiones impensables para una democracia en pleno siglo XXI: les quito poderes a los gobernadores sobre sus estados y quedaron relegados casi que a la simple representación legal de ellos; al mismo tiempo el poder judicial mostró que tanto políticamente esta ligado al régimen intensificando investigaciones contra todo opositor acusado por Chávez, pero mostrando casi nulo avance en investigaciones de supuestos actos de corrupción y clientelismo por parte de familiares del presidente venezolano.

Mientras tanto, en Colombia, el Procurador General Alejandro Ordóñez demostrando, que tan cuota política del uribismo es, decidió sorprendentemente absolver por el caso de la Yidis-política al Ministro de protección social Diego Palacio y al actual embajador en Italia Sabas Pretelt, rechazando de lleno como el mismo dijo, los expedientes dejados por su antecesor Edgardo Maya y la misma sentencia de la Corte Suprema de Justicia pronunciada por este caso; pero al mismo tiempo abría una investigación contra el gobernador opositor de Nariño Antonio Navarro por una omisión en cierta contratación, algo que se ve muy sospechoso ante las claras cuentas que ha mostrado el gobierno de Nariño.

Estos ejemplos (y mas que salen cotidianamente), son solo la fachada de lo que en el fondo es un nuevo esquema político que se esta imponiendo en muchos países latinoamericanos, al que yo y muchos politólogos no hemos vacilado en catalogar como verdaderas “dictaduras democráticas”.

Llegaron al poder democráticamente, por la vía de los votos y de victorias apabullantes, como verdaderas esperanzas de cambio ante un futuro incierto. Se mantienen en él, no realizando ese verdadero cambio sino apaciguándolo, o sea combatiéndolo pero sin derrotarlo completamente porque depende de ese factor para su subsistencia. Así, por ejemplo Hugo Chávez, necesita del “imperialismo norteamericano”, un enemigo constante a quien maltratar, con el cual crear un nacionalismo que legitime distintos actos absolutistas; pero nunca será tan ingenuo de no enviarles mas petróleo siendo ellos sus principales clientes y mas hoy en momentos de crisis económica. Por otro lado Álvaro Uribe necesita del terrorismo de las FARC, para desviar toda la atención hacia este único factor; así, la pobreza, la salud, la educación o el desempleo son simplemente factores que pasan a un segundo rango tapados con los aparentes buenos resultados de la “seguridad democrática”, lo que, ante el excesivo gasto militar, nos deja casi a la intemperie en esta nueva crisis económica.

Son capaces de transformar su apoyo en la sociedad en populismo, que se traduce en simples paquetes de subsidios para los pobres, lo que mantendrá a estos controlados momentáneamente mientras el régimen termina, pero no solucionan realmente el problema hacia un verdadero desarrollo sostenible. Aprovechan ese populismo para crear una peligrosa polarización en la sociedad, así, quien no apoya al régimen o es “un golpista enviado por el imperio” o es “un terrorista vestido de civil”.

Finalmente, sus ansias de poder los convierten en el Estado mismo, lo que les agrega el factor dictatorial; por tal razón, todo aquel que no este de acuerdo con lo que ellos dicen o afirman esta condenado a sus agresiones personales, clara muestra de esto son los constantes ataques de Chávez a Manuel Rosales o de Uribe al magistrado Iván Velásquez quien se encarga de las investigaciones por la parapolitica. Estas ansias de poder los llevan 1) a perpetuarse en él, de la forma que sea: mediante nuevas constituciones, referendos, proyectos de ley, no importa el mecanismo que sea necesarios para cumplir este fin, aquí se vale todo, desde planes B hasta, incluso, ignorar la voluntad mayoritaria del pueblo y 2) irrespetando la separación de poderes: su objetivo final es tomarse por completo las tres ramas del poder, hasta influir en decisiones judiciales que puedan ayudarle a la larga, en la adquisición de mas poder y en la eliminación de un pensamiento contrario.

Lastimosamente estos regimenes sustentan su legitimidad en el apoyo demagógico que valida cualquiera de sus actos antidemocráticos, y los peor es que ya tiene en su foco nuevas democracias como Ecuador y Nicaragua. Es responsabilidad tanto de las fuerzas de izquierda, centro y derecha en los que todavía prevalece el sentimiento demócrata como de la sociedad que ya despertó del espejismo evitar que sus tentáculos sean cada vez mas grandes y termine por absorber al Estado completamente, luchar contra ellas no es fácil, pero es una lucha que, los que ya nos comprometimos a darla estamos dispuestos a ir hasta el fin.

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El POLO: una sopa que se quemó


Tengo que ser claro, soy socialdemócrata, por lo tanto limito en la izquierda, así que los últimos hechos que han pasado en el PDA en lo corrido de este año no solo me tiene molesto, sino también profundamente triste. Lo que empezó como una verdadera alternativa de poder que le podía hacer un real contrapeso al guerrerista gobierno del presidente Uribe termino padeciendo dentro de él los mismos problemas de la política tradicional.

Al comienzo y por el sentimiento emotivo que significaron los 2.600.000 votos que obtuvo el doctor Carlos Gaviria en las últimas elecciones parecía que el partido tenía una coherencia política única, con unas ideas que compartían todos sus integrantes y con unas aparentes ideas progresistas que la hicieron ser un actor positivo en el panorama político colombiano. Pero ahora, se esta viendo los reales problemas (estoy seguro desde el mismo comienzo los tenía) que escondía tanta belleza: el ser no un partido político en el cual todos sus militantes comparten una idea en común sino una especie de coalición federalista con distintas vertientes de opinión, lo cual no es malo sino fuera porque estas nunca llegan a un consenso positivo en común.

Así, va desde el pensamiento radical encabezado por el MOIR de Enrique Robledo, el Partido Comunista y (¡oh sorpresa!) el mismo doctor Carlos Gaviria, pensamiento retrograda que piensa que el mundo todavía esta en la Guerra Fría y por lo tanto es ambiguo cuando se refiere a la lucha armada y terrorista de las FARC y también que pretende llevar al partido a un escenario sectarista aislado de una posible coalición contra-uribista y aniquilar, así, al POLO del escenario político colombiano.

Sigue así, el pensamiento clientelita del sector de la ANAPO y sus aliados (igualmente clientelitas) encabezado por el actual incompetente alcalde de Bogota Samuel Moreno, su hermano Iván Moreno y Jaime Dussan, sector caracterizado por utilizar la actual maquinaria política de la alcaldía de Moreno para transar beneficios personales y firmar contratos a favor de sus amigos y que generalmente es el que hace girar la balanza a favor de los radicales o de los socialdemócratas, por eso son tan deplorables, no utilizan argumentos ideológicos sino intercambios y favores burocráticos.

Y finalmente, están los moderados (que yo llamo socialdemócratas) caracterizados por tener ideas modernas, progresistas y avanzadas, con un pensamiento pacifista y democrático y con un amor infinitos a la constitución del 91, proponen condenar totalmente a la guerra: tanto la de Uribe que ha enfatizado todos los aspectos de su gobierno a patrocinar la guerra mientras hay un retroceso importante en lo social, retroceso que a lo ultimo alimenta la ignorancia y ella a la guerra (circulo vicioso), como la de las FARC que alimentan su terrorismo y su narcotráfico con un descarado e inadmisible discurso ultraísta; sector encabezado por el senador Gustavo Petro y por figuras sobresalientes como Maria Emma Mejia y Lucho Garzon.

Es evidente que esta unión no es imposible de mantener, es necesaria una división ante la irreconciliabilidad de sus partes, así, no es posible que el PDA se mantenga ni que tenga mucho menos vocación de poder con ideas claras.

El sector socialdemócrata tiene que separarse y formar otra coalición con destacados protagonista que concuerden con sus planteamientos como: Argelino Garzon, Ingrid Betancourt, algunos liberados, Luis Eduardo Garzon, Antanas Mockus, Alonso Salazar, Sergio Fajardo, etc.

Es una responsabilidad histórica que se presenta y que no se puede desaprovechar; del fracaso del POLO podría salir el éxito de todo un país, es el momento y todo se esta dando.


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